arcelona, 01/12/04 (Veritas) - Decisiones al inicio de la vida, como la de escoger las características del niño que desea una pareja, el diagnóstico preimplantatorio, el aborto en caso de detectar malformaciones en el embrión o el feto o la utilización de embriones para trasplante de células, han centrado un seminario que se ha desarrollado durante el mes de noviembre en Barcelona, a iniciativa de la fundación Joan Maragall, del arzobispado de Barcelona, bajo la dirección de la experta en bioética y obstetricia Pilar Núñez-Cubero, religiosa de la Compañía de María, que realiza un balance positivo de las sesiones y advierte de la intolerancia de la sociedad actual en la siguiente entrevista concedida a Veritas.
-¿Por qué un seminario sobre ?decisiones al inicio de la vida??
Pilar Núñez-Cubero: Porque una sociedad tecnificada como la nuestra ha adquirido un cierto dominio sobre la reproducción y la herencia. Ello ha hecho que se puedan tomar decisiones sobre quienes, cuantos, cuando y cómo se pueden tener hijos.
Se sueña con los hijos ?perfectos? y a veces no se tolera la mínima alteración en ellos. Hoy se puede hacer un diagnóstico no sólo prenatal, sino también preimplantatorio e incluso preconcepcional; pero además la genética no puede servirnos sólo para el diagnóstico, sino que incluso se podrán corregir las mutaciones portadoras de enfermedad en el ámbito de la llamada terapia génica.
Y aún más: cuando nuestros tejidos se vayan deteriorando, y hagan declinar sus funciones, la clonación terapéutica ?también llamada medicina regenerativa?, con su ejército de células troncales, podría venir en auxilio de nuestras limitaciones, y ayudarnos a recuperar en algún grado la insuficiencia de nuestros órganos y tejidos. El reto es grande y no exento de dilemas éticos.
-¿Cuáles son las decisiones más conflictivas, de las que se plantean al inicio de la vida, hoy?
Pilar Núñez-Cubero: Hoy las situaciones más conflictivas son todas aquellas derivadas del análisis del embrión en los primeros catorce días de la vida: el Diagnóstico Genético pre-implantatorio, la utilización de embriones para obtener líneas de células troncales e incluso la clonación y creación de embriones para investigación.
Una gran parte de la comunidad científica no acuerda un respeto a este momento de la vida del embrión. Mientras, la Iglesia pide que se trate al embrión como a persona, o que se le acuerde el respeto que merece la persona.
En este sentido se ha manifestado también el ?Comité Consultatif National d´Ethique? de Francia, que concede al embrión la categoría de persona potencial y pide también un respeto, cuando expresa que sólo se puede investigar en él para su propio beneficio.
La gran falta de consenso está en la categoría o estatuto moral que hay que dar al embrión en esos primeros catorce días. Más tarde no faltan, pero ya no en mayoría, científicos, que le van acordando un respeto gradual, en función de su desarrollo: unos, a partir de las ocho semanas, cuando pasa a denominarse feto, otros en el momento de su viabilidad, es decir a las 24 semanas, otros tras el nacimiento y no faltan quienes se lo acuerdan al adquirir el niño el uso de la razón.
Creo que aunque se considere al embrión como algo, puesto que puede llegar a ser alguien si se le permite su desarrollo normal, se le debe de dar la posibilidad de llegar a serlo.
-¿Cómo se le puede dar la posibilidad de ser alguien a un embrión que ha sido congelado?
Pilar Núñez-Cubero: Estos embriones deben servir para el proyecto que tenían sus progenitores cuando les dieron origen. Los que quedan abandonados a ellos mismos, porque los padres, por los motivos que sean, han decidido suspender su proyecto parental, se podrían utilizar para embarazos, de otras parejas sin posibilidades de tener un hijo.
Sólo en caso de que vayan a ser destruidos, habría que reconsiderar la posibilidad de investigación para trasplante de células, en lugar de dejarlos morir (principio de proporcionalidad), sobre todo si es para ayudar a personas con ciertas enfermedades para las que no hay otro tratamiento (principio de subsidiaridad). Respeto, sin embargo, la opinión de quienes piensan que se respeta mejor su dignidad si se les deja morir.
De todas maneras de los embriones congelados, el 50% ya no son viables por el fenómeno de la congelación y descongelación, y sólo el 10% son transferibles, es decir, que, trasplantados al útero materno, pueden seguir desarrollándose y poder nacer.
Lo mejor sería que no hubiera embriones sobrantes. El mayor porcentaje de éxito de las técnicas de reproducción asistida debería hacer disminuir la cantidad de embriones congelados, pero existen intereses para que haya embriones congelados.
-¿Qué tipo de intereses?
Pilar Núñez-Cubero: Interesa que haya embriones congelados para poder investigar después sobre ellos, para disponer de ellos. Crear y clonar embriones sólo para investigación no es bien aceptado por la sociedad y está prohibido por las leyes y Convenios de los diferentes países. Sólo en Gran Bretaña se permite.
En cambio, se acepta mejor la creación de embriones dentro de, y para la fertilización ?in vitro?, porque se trata de una ?finalidad digna? en cierto sentido, y si quedan embriones sobrantes, se piensa en utilizarlos para investigación.
En la reproducción asistida, los embriones que no se implantan: pasan a bancos de embriones y, al cabo de un tiempo, marcado por la ley, los científicos piden poder investigar sobre ellos.
Las cuestiones referentes a embriones, como la investigación con células troncales o la clonación, son las más conflictivas, pero para mí el tema más duro de las decisiones al inicio de la vida es el que afecta al diagnóstico prenatal porque ya no estamos hablando de los primeros catorce días de vida, sino de embarazos de por ejemplo veinte semanas, completado el proceso de formación y con un período considerable de íntima relación con la madre.
-¿Se refiere al aborto?
Pilar Núñez-Cubero: Sí, al aborto selectivo dentro de nuestra cultura actual. Nuestra sociedad está descristianizada y se ha creado un clima tremendamente intolerante a la mínima discapacidad, la mínima ?malformación? de un hijo. Se están abortando niños con malformaciones mínimas, muchas veces morfológicas o externas, que podrían tener solución. Otra cosa es cuando las malformaciones son incompatibles con la vida.
La decisión es de los padres, pero muchas veces no se les deja tomar su decisión. Se les comunica la malformación y se les dice ?venga mañana para un aborto?; cuando esta decisión la deben tomar los padres con una conciencia bien formada y suficientemente informada.
Es una situación extremadamente dura para los padres y hay que ofrecerles ayuda psicológica, tiempo de reflexión y acompañamiento (que no participación) en esa difícil situación.
Yo estoy casi espantada de la cantidad de padres dispuestos a abortar si los resultados de las pruebas de diagnóstico prenatal denotan una alteración. En este sentido, la ley española sobre el aborto es muy ambigua, a diferencia por ejemplo de la francesa, que prevé el aborto ?en caso de grave malformación fetal para la que no hay tratamiento en el momento actual?, aunque tampoco quiero decir que se atengan a ella.
-¿La terapia génica podría hacer disminuir este problema?
Pilar Núñez-Cubero: Esa es una puerta abierta a la esperanza. Quizás un día podamos corregir a través de la manipulación genética enfermedades como el síndrome de Down, la hemofilia,... Pero también la investigación genética puede utilizarse mal, para hacer recombinaciones y manipulaciones inútiles de genes o para conseguir ?niños a la carta?.
No puedo dejar de recordar que todas estas técnicas, como toda la medicina sofisticada y de alta tecnología, pertenecen a la medicina cara, que hay que analizar también a la luz de una distribución justa de unos recursos escasos.
Cuantos más fondos se destinen a ello, menos habrá para las grandes lagunas que tiene nuestra sanidad: residencias geriátricas y de cuidados paliativos, asistencia a personas maltratadas, centros sanitarios en zonas alejadas o en barrios pobres...
Además, todas estas técnicas tienen que ser extensibles a toda la comunidad humana, sin discriminación de ningún tipo.