El arzobispo de Kigali, monseñor Thadeé Ntihinyurwa, ha hablado esta mañana en la sede de Cáritas España sobre la actual situación de Ruanda, el proceso de reconciliación nacional y la actuación de este organismo en la zona. Cáritas Española, que comenzó su ayuda internacional con la Campaña en la Región de los Grandes Lagos, ha destinado en diez años cerca de 40 millones de euros a la zona y ha atendido a más de 4.300.000 personas.
Monseñor Thadeé Ntihinyurwa destacó de entre las iniciativas los microcréditos, que se conceden a un grupo reducido de personas para emprender un negocio y que luego devuelven sin intereses. Este dinero devuelto sirve para préstamos a otros grupos. Los destinatarios se controlan entre ellos, de forma que si un negocio no funciona, los demás grupos hacen que se retire ese dinero y se invierta en otro negocio más productivo.
El arzobispo de Kigali habló también de la Comisión de Justicia y Paz, presente en la zona y que está dentro de Cáritas. Esta comisión se encarga de buscar a grupos de personas que "aprendan, piensen y trabajen juntos "la paz y la justicia" y que luego vayan a otros puntos del país para transmitir esos valores".
Habló también de la ayuda a los afectados por SIDA, ya que, según el arzobispo, mientras otras personas en su país no ayudan a estos enfermos porque "de todas maneras van a morir", Cáritas les ha dado "un mensaje de esperanza" y están convencidos de que nos les puede desatender.
Se refirió también a que el Gobierno ha creado una Comisión para la unidad y la reconciliación a través de la cual "se lucha por los derechos del hombre, porque las personas puedan ser tratadas con dignidad y con equidad de cara al resto".
Dijo que nunca pensó que iba a ser Cáritas España quien les ayudase, ya que siempre pensaron que "hubiera sido más fácil Cáritas Bélgica o Francia por las connotaciones que tenían de colaboración de trabajos anteriores". Sobre la actuación allí de este organismo explicó que había un trabajo ante las emergencias y catástrofes; otro de obra social-caritativa; y uno de desarrollo.
Por su parte, el secretario general de Cáritas Española, Silverio Agea, explicó que la cooperación internacional de esta institución "nació precisamente producto del genocidio de los Grandes Lagos". "Como consecuencia del genocidio y esas imágenes terribles que pudimos ver en los medios de comunicación, Cáritas Española recibió grandes donaciones para intervenir en la zona, de ahí que aunque estaba principalmente volcada en su trabajo en el territorio español, tiene que ampliar desde las miras universales y desde querer hacer la caridad universal", dijo. Tras los Grandes Lagos, ampliaron su colaboración a países de América Latina.
En los días posteriores a la tragedia de 1994, Cáritas comenzó a responder a la emergencia, en estrecha colaboración con las Cáritas locales y el conjunto de la red internacional, apoyados por los misioneros en la zona. La sociedad española "respondió con una generosidad sin precedentes" a la Campaña de los Grandes Lagos, que se basó primero en la ayuda a los refugiados; y posteriormente a la puesta en marcha en proyectos de reconstrucción y desarrollo.
En la primera fase (desde 1994 a 1996) se basaron en la ayuda de emergencia a los refugiados en los campos; y en la segunda (1996-2004) en acciones de post-emergencia y rehabilitación a favor de los desplazados y refugiados en la región de los Grandes Lagos de África. En total han sido 4.353.280 personas ayudadas y 39.682.381 euros los fondos invertidos.
A lo largo de los diez años de la campaña, siempre han tenido como principios básicos de su actividad "el valor de la dignidad del hombre, el respeto de los derechos humanos, y el trabajo a favor de la reconciliación y la paz".
Los Grandes Lagos comprende Ruanda y Burundi y la parte de la República Democrática del Congo. Toda la zona, pero en especial Ruanda y Burundi comparten que tuvieron un mismo colonizador: Bélgica; la etnia mayoritaria es la hutu (85%) frente a la minoría tutsi (14%) y que tienen las más altas densidades de población de África, en su mayoría rural.
Otra característica similar ha sido la tradicional supremacía de la minoría tutsi sobre la mayoría hutu. Los tutsis, apoyados por la potencia colonizadora, tuvieron acceso a una mejor educación y detentaron la mayoría de los puestos calve en la Administración. Desde la década de los 60, en que estos países se independizan, emergen movimientos que intentan modificar la preponderancia de los tutsis; y a medida que los hutus han ido tomando conciencia de su poder y su precaria situación, se han ido agudizando los enfrentamientos étnicos que han sacudido desde entonces la región.
El arzobispo de Kigali explicó en la rueda de prensa que el detonante del genocidio de 1994 fue el atentado contra el presidente ruandés, Juvenal Habyarimana, que viajaba en el mismo avión que Cyprien Ntaryamira, presidente de Burundi. El atentado dejó el campo abierto a una lucha encarnizada que acabó por degenerar en un auténtico genocidio.
Desde los años 90 hasta nuestros días, la región ha estado sujeta a una serie de enfrentamientos más o menos prolongados que han impedido una paz duradera. El verano de 2003 marcó para Ruanda el fin del periodo de transición posterior a los sucesos de 1994. Tras la celebración de un referéndum para aprobar la nueva Constitución ruandesa, se convocaron elecciones legislativas que, a pesar de ciertas sospechas de manipulación, confirmaron en el poder al presidente Kagamé.