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Biblia: Los Salmos


Salmo 89 (88): Las misericordias del Señor sobre la casa de David
Buscador simple (o avanzado)
El buscador «simple» permite buscar con rapidez una expresión entre los campos predefinidos de la base de datos. Por ejemplo, en la biblioteca será en título, autor e info, en el santoral en el nombre de santo, en el devocionario, en el título y el texto de la oración, etc. En cada caso, para saber en qué campos busca el buscador simple, basta con desplegar el buscador avanzado, y se mostrarán los campos predefinidos. Pero si quiere hacer una búsqueda simple debe cerrar ese panel que se despliega, porque al abrirlo pasa automáticamente al modo avanzado.

Además de elegir en qué campos buscar, hay una diferencia fundamental entre la búsqueda simple y la avanzada, que puede dar resultados completamente distintos: la búsqueda simple busca la expresión literal que se haya puesto en el cuadro, mientras que la búsqueda avanzada descompone la expresión y busca cada una de las palabras (de más de tres letras) que contenga. Por supuesto, esto retorna muchos más resultados que en la primera forma. Por ejemplo, si se busca en la misma base de datos la expresión "Iglesia católica" con el buscador simple, encontrará muchos menos resultados que si se lo busca en el avanzado, porque este último dirá todos los registros donde está la palabra Iglesia, más todos los registros donde está la palabra católica, juntos o separados.

Una forma de limitar los resultados es agregarle un signo + adelante de la palabra, por ejemplo "Iglesia +católica", eso significa que buscará los registros donde estén las dos palabras, aunque pueden estar en cualquier orden.
La búsqueda admite el uso de comillas normales para buscar palabras y expresiones literales.
La búsqueda no distingue mayúsculas y minúsculas, y no es sensible a los acentos (en el ejemplo: católica y Catolica dará los mismos resultados).
en la liturgia: Salmo 88
se utiliza en:
- miércoles de la tercera semana: Oficio de lecturas
- jueves de la tercera semana: Oficio de lecturas
[1 Poema. De Etan el indígena.]

2 Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
3 Porque dije: "Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad."

4 -Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
5 "Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades."

6 El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles.
7 ¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos?

8 Dios es temible en el consejo de los ángeles,
es grande y terrible para toda su corte.
9 Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?
El poder y la fidelidad te rodean.

10 Tú domeñas la soberbia del mar
y amansas la hinchazón del oleaje;
11 tú traspasaste y destrozaste a Rahab,
tu brazo potente desbarató al enemigo.

12 Tuyo es el cielo, tuya es la tierra;
tú cimentaste el orbe y cuanto contiene;
13 tú has creado el norte y el sur,
el Tabor y el Hermón aclaman tu nombre.

14 Tienes un brazo poderoso:
fuerte es tu izquierda y alta tu derecha.
15 Justicia y derecho sostienen tu trono,
misericordia y fidelidad te preceden.

16 Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro;
17 tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo.

18 Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
19 Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey.

20 Un día hablaste en visión a tus amigos:
"He ceñido la corona a un héroe,
he levantado a un soldado sobre el pueblo.

21 Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
22 para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso;

23 no lo engañará el enemigo
ni los malvados lo humillarán;
24 ante él desharé a sus adversarios
y heriré a los que lo odian.

25 Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán
por mi nombre crecerá su poder:
26 extenderé su izquierda hasta el mar,
y su derecha hasta el Gran Río.

27 El me invocará: "Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora";
28 y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra.

29 Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable;
30 le daré una posteridad perpetua
y un trono duradero como el cielo."

31 Si sus hijos abandonan mi ley
y no siguen mis mandamientos,
32 si profanan mis preceptos
y no guardan mis mandatos,
33 castigaré con la vara sus pecados
y a latigazos sus culpas;

34 pero no les retiraré mi favor
ni desmentiré mi fidelidad,
35 no violaré mi alianza
ni cambiaré mis promesas.

36 Una vez juré por mi santidad
no faltar a mi palabra con David:
37 "Su linaje será perpetuo,
y su trono como el sol en mi presencia,
38 como la luna, que siempre permanece:
su solio será más firme que el cielo."

39 Tú, encolerizado con tu Ungido,
lo has rechazado y desechado;
40 has roto la alianza con tu siervo
y has profanado hasta el suelo su corona;

41 has derribado sus murallas
y derrocado sus fortalezas;
42 todo viandante lo saquea,
y es la burla de sus vecinos;

43 has sostenido la diestra de sus enemigos
y has dado el triunfo a sus adversarios;
44 pero a él le has embotado la espada
y no lo has confortado en la pelea;

45 has quebrado su cetro glorioso
y has derribado su trono;
46 has acortado los días de su juventud
y lo has cubierto de ignominia.

47 ¿Hasta cuándo, Señor, estarás escondido
y arderá como un fuego tu cólera?
48 Recuerda, Señor, lo corta que es mi vida
y lo caducos que has creado a los humanos.

49 ¿Quién vivirá sin ver la muerte?
¿Quién sustraerá su vida a la garra del abismo?
50 ¿Dónde está, Señor, tu antigua misericordia
que por tu fidelidad juraste a David?

51 Acuérdate, Señor, de la afrenta de tus siervos:
lo que tengo que aguantar de las naciones,
52 de cómo afrentan, Señor, tus enemigos,
de cómo afrentan las huellas de tu Ungido.

Bendito el Señor por siempre: amén, amén.

Para el rezo cristiano

Toda la tradición, desde la generación apostólica, han visto en David rey el gran tipo de Cristo. El es verdaderamente el primogénito del Padre, su trono es eterno, vence a los enemigos y extiende su poder a todo el mundo; él es el Ungido que recibe una descendencia perpetua. La paradoja es que el Padre permitió a su Hijo pasar por la afrenta y la derrota, lo hizo entrar en la zona de la cólera divina, en la dimensión contada del tiempo humano; sostuvo a sus enemigos y lo dejó bajar hasta la muerte. ¿Dónde quedaba la misericordia y la fidelidad del Padre? Todos los títulos y todos los poderes se los da el Padre a su Hijo, de modo nuevo y definitivo, en la resurrección. A esta luz resplandecen más el poder cósmico y el poder histórico de Dios; se ve que la ira y el castigo eran limitados; a esta luz comprendemos finalmente y cantamos en un himno cristiano «la misericordia y la fidelidad de Dios».

Comentario exegético

De los Santos Padres

Catequesis de Juan Pablo II

Catequesis de Benedicto XVI

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