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Biblia: Los Salmos


Salmo 38 (37): Oración de un pecador en peligro de muerte
Buscador simple (o avanzado)
El buscador «simple» permite buscar con rapidez una expresión entre los campos predefinidos de la base de datos. Por ejemplo, en la biblioteca será en título, autor e info, en el santoral en el nombre de santo, en el devocionario, en el título y el texto de la oración, etc. En cada caso, para saber en qué campos busca el buscador simple, basta con desplegar el buscador avanzado, y se mostrarán los campos predefinidos. Pero si quiere hacer una búsqueda simple debe cerrar ese panel que se despliega, porque al abrirlo pasa automáticamente al modo avanzado.

Además de elegir en qué campos buscar, hay una diferencia fundamental entre la búsqueda simple y la avanzada, que puede dar resultados completamente distintos: la búsqueda simple busca la expresión literal que se haya puesto en el cuadro, mientras que la búsqueda avanzada descompone la expresión y busca cada una de las palabras (de más de tres letras) que contenga. Por supuesto, esto retorna muchos más resultados que en la primera forma. Por ejemplo, si se busca en la misma base de datos la expresión "Iglesia católica" con el buscador simple, encontrará muchos menos resultados que si se lo busca en el avanzado, porque este último dirá todos los registros donde está la palabra Iglesia, más todos los registros donde está la palabra católica, juntos o separados.

Una forma de limitar los resultados es agregarle un signo + adelante de la palabra, por ejemplo "Iglesia +católica", eso significa que buscará los registros donde estén las dos palabras, aunque pueden estar en cualquier orden.
La búsqueda admite el uso de comillas normales para buscar palabras y expresiones literales.
La búsqueda no distingue mayúsculas y minúsculas, y no es sensible a los acentos (en el ejemplo: católica y Catolica dará los mismos resultados).
en la liturgia: Salmo 37
se utiliza en:
- viernes de la segunda semana: Oficio de lecturas
[1 Salmo De David. En memoria.]

2 Señor, no me corrijas con ira,
no me castigues con cólera;
3 tus flechas se me han clavado,
tu mano pesa sobre mí;

4 no hay parte ilesa en mi carne
a causa de tu furor,
no tienen descanso mis huesos
a causa de mis pecados;

5 mis culpas sobrepasan mi cabeza,
son un peso superior a mis fuerzas.

6 Mis llagas están podridas y supuran
por causa de mi insensatez;
7 voy encorvado y encogido,
todo el día camino sombrío.

8 Tengo las espaldas ardiendo,
no hay parte ilesa en mi carne;
9 estoy agotado, deshecho del todo;
rujo con más fuerza que un león.

10 Señor mío, todas mis ansias están en tu presencia,
no se te ocultan mis gemidos;
11 siento palpitar mi corazón,
me abandonan las fuerzas,
y me falta hasta la luz de los ojos.

12 Mis amigos y compañeros se alejan de mí,
mis parientes se quedan a distancia;
13 me tienden lazos los que atentan contra mí,
los que desean mi daño me amenazan de muerte,
todo el día murmuran traiciones.

14 Pero yo, como un sordo, no oigo;
como un mudo, no abro la boca;
15 soy como uno que no oye
y no puede replicar.

16 En tí, Señor, espero,
y tú me escucharás, Señor, Dios mío;
17 esto pido: que no se alegren por mi causa,
que, cuando resbale mi pie, no canten triunfo.

18 Porque yo estoy a punto de caer,
y mi pena no se aparta de mí:
19 yo confieso mi culpa,
me aflige mi pecado.

20 Mis enemigos mortales son poderosos,
son muchos los que me aborrecen sin razón,
21 los que me pagan males por bienes,
los que me atacan cuando procuro el bien.

22 No me abandones, Señor;
Dios mío, no te quedes lejos;
23 ven aprisa a socorrerme,
Señor mío, mi salvación.

Para el rezo cristiano

Comentario exegético

De los Santos Padres

Catequesis de Juan Pablo II

Catequesis de Benedicto XVI

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