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formación, reflexión y amistad en la fe, con una mirada católica ~ en línea desde el 20 de junio de 2003 ~
San Isidoro de Sevilla, obispo y doctor de la Iglesia
fecha de inscripción en el santoral: 4 de abril
n.: c. 560 - †: 636 - país: España
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Sevilla, en la Hispania Bética, san Isidoro, obispo y doctor de la Iglesia, cuya memoria se celebra en España el día veintiséis de este mismo mes.
Patronazgos: patrono de los estudiantes y de los internautas.
Oración: Señor, Dios todopoderoso, tú elegiste a san Isidoro, obispo y doctor de la Iglesia, para que fuese testimonio y fuente del humano saber; concédenos, por su intercesión, una búsqueda atenta y una aceptación generosa de tu eterna verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica)

El discípulo y amigo de san Isidoro, San Braulio, decía que Dios parecía haberle destinado a oponer un dique a la barbarie y ferocidad de los ejércitos godos en España. El padre de Isidoro, que se llamaba Severiano, había nacido en Cartagena, probablemente de una familia romana, pero estaba emparentado con los reyes visigodos. Dos de los hermanos de san Isidoro, Leandro, que era mucho mayor que él, y Fulgencio, llegaron también a ser obispos y santos. Santa Florentina, su hermana, fue abadesa de varios conventos. La educación de Isidoro se confió a Leandro, quien parece haber sido bastante severo. Según la leyenda, Isidoro, siendo niño, huyó de la casa para escapar a la severidad de su hermano y a las lecciones, que encontraba demasiado difíciles; aunque Isidoro volvió espontáneamente al hogar lleno de buenos propósitos, Leandro le encerró en una celda para impedir que se fugase de nuevo. Tal vez le envió a un monasterio a continuar su educación.

Cualquiera que haya sido el sistema empleado por Leandro, los resultados fueron excelentes, ya que Isidoro llegó a ser uno de los hombres más sabios de su época y, cosa muy notable en aquellos tiempos, un hombre muy interesado en la educación. Aunque es casi seguro que nunca fue monje, profesaba gran amor a las órdenes religiosas; los monjes le rogaron que compusiese el código de reglas que lleva su nombre y que se generalizó en toda España. En dicho código insiste san Isidoro en que no debe haber en los monasterios ninguna distinción entre hombres libres y siervos, porque todos son iguales ante Dios. Muy probablemente, san Isidoro ayudó a san Leandro en el gobierno de la diócesis de Sevilla y le sucedió en ella después de su muerte. Durante su episcopado, que duró treinta y siete años, bajo seis reyes, completó la obra comenzada por san Leandro de convertir a los visigodos del arrianismo al catolicismo. También continuó la costumbre de su hermano de arreglar las cuestiones de disciplina eclesiástica en los sínodos, cuya organización se debió en gran parte a san Leandro y a san Isidoro. Modelo de gobierno representativo, dichos sínodos han sido estudiados con admiración por quienes se interesan en el moderno sistema parlamentario. San Isidoro presidió el segundo Concilio de Sevilla en 619, y el cuarto Concilio de Toledo, en 633; en este último, sus excepcionales méritos como principal maestro de España le valieron la precedencia sobre el arzobispo de Toledo. Muchos de los decretos del Concilio fueron obra de San Isidoro, en particular el decreto de que se estableciese en todas las diócesis un seminario o escuela catedralicia. El sistema educativo del anciano prelado era extraordinariamente abierto y progresista; lejos de imitar servilmente el sistema clásico, propuso un sistema que abarcaba todas las ramas del saber humano, así las artes, la medicina y las leyes, como el hebreo y el griego; por lo demás, en España se estudiaba a Aristóteles mucho antes de que los árabes le pusiesen de moda.

Según parece, san Isidoro previó que la unidad religiosa y un sistema educativo suficientemente amplio eran capaces de unificar los elementos heterogéneos que amenazaban desintegrar a España. Gracias a él, en gran parte, España se convirtió en un centro de cultura, en tanto que el resto de Europa se hundía en la barbarie. La principal contribución de san Isidoro a la cultura fue la compilación de una especie de enciclopedia, llamada «Etimologías» u «Orígenes», que sintetizaba toda la ciencia de la época. Se ha llamado a san Isidoro «el Maestro de la Edad Media»; su obra fue uno de los textos clásicos hasta mediados del siglo XVI. El santo fue un escritor muy fecundo: entre sus primeras obras, se contaban un diccionario de sinónimos, un tratado de astronomía y geografía física, un resumen de la historia del mundo desde la creación, una biografía de los hombres ilustres, un libro sobre los valores del Antiguo y del Nuevo Testamento, un código de reglas monacales, varios tratados teológicos y eclesiásticos y la historia de los godos, de los vándalos y de los suevos. De todas estas obras, la más valiosa en nuestros días es, sin duda, la historia de los godos, ya que constituye nuestra única fuente de información sobre un período de la época visigótica. Otro de los grandes servicios que san Isidoro prestó a la Iglesia española fue el de completar el misal y el breviario mozárabes, que san Leandro había empezado a adaptar de la antigua liturgia española para uso de los godos.

A pesar de que vivió casi hasta los ochenta años, san Isidoro no abandonó nunca la práctica de la austeridad, no obstante que su salud se había debilitado mucho. En los últimos seis meses de su vida aumentó de tal modo sus limosnas, que los pobres invadían su casa, de la mañana a la noche. Cuando comprendió el santo que se acercaba su fin, invitó a dos obispos a que fuesen a verle. En su compañía se dirigió a la iglesia, donde uno le cubrió con una burda manta y el otro le echó ceniza sobre la cabeza. Así, vestido de penitente, san Isidoro alzó los brazos hacia el cielo y pidió en voz alta perdón por sus pecados; en seguida recibió el viático, se encomendó a las oraciones de los presentes, perdonó a sus enemigos, exhortó al pueblo a la caridad y distribuyó entre los pobres el resto de sus posesiones. Después volvió a su casa y murió apaciblemente, al poco tiempo. La Iglesia le declaró Doctor universal en 1722. Su nombre aparece en el canon de la misa de rito mazárabe que se celebra todavía en Toledo. San Beda el Venerable comenzó a escribir, poco antes de morir, un comentario de las obras de san Isidoro.

Los materiales biográficos primitivos sobre san Isidoro no son muy satisfactorios. Existe un relato de su muerte, escrito por Redempto y un panegírico de su discípulo Braulio; pero la biografía que se atribuye a Lucas, obispo de Tuy, es muy pobre y carece de valor histórico, ya que fue escrita varios siglos después de la muerte del santo. Puede leerse en Acta Sanctorum, abril, vol. I. En Patrología IV, de Di Berardino, BAC, 2000, pág 98-114 se encontrará una amplia introducción, con especial énfasis en las obras; hay allí mismo una completa y actualizada bibliografía, tanto de fuentes acerca de Isidoro, como de fuentes y ediciones de su obra. Benedicto XVI dedicó en 2008 una catequesis a la figura del santo. En un sitio particular de internet puede encontrarse una completa webgrafía sobre el santo, que dirige a hagiografías, biografías y obras, en ediciones más o menos extensas, hay allí, por supuesto, varias direcciones donde pueden leerse capítulos de las Etimologías o de las Sentencias, curiosidades de su obra, etc; lamentablemente el sitio no está ya activo, pero subsiste su copia estática en Web Archive, este link dirige a esa copia estática. También en la Biblioteca de ETF puede encontrarse alguna referencia documental al santo, así como un escaneo completo de las Etimologías.
Mención especial merece la cuestión del patronazgo de internet: san Isidoro resulta ser uno de los «candidatos» a ser declarado «patrono de internet», por el enciclopedismo y eclecticismo de su cultura, como muy acertadamente lo destacó la catequesis del Papa. No sé si ya ha sido «elegido» o no; lo que es lamentable es que se desvirtúe el concepto de «patrono» esperando que a través de certificados oficiales Roma nos dé servido el aire a respirar: un patrono es aquel a quien se invoca y responde, como le dice Elías a los profetas de Baal (cfr. 1 Re 18) «el dios que responda por el fuego, ése es Dios», lo mismo puede decirse: aquel santo que se invoca en determinadas situaciones, ante determinadas realidades, por determinadas personas, y responde, ése es el patrono, que además pueden ser varios (somos monoteístas, pero no «monopatronistas»), ¿qué sentido tiene esperar un «certificado oficial de santo patrono» si los internautas no le rezan y el santo responde «por el fuego»? Mi opinión personal [Abel Della Costa] es que san Isidoro de Sevilla es un santo completamente idóneo para ser invocado como patrono de los internautas, pero no creo que sea necesario ni juntar firmas, ni armar ciberdebates al respecto, sólo rezarle, que es la mejor solución a todos los problemas, y en especial el mejor método para saber a qué patrono invocar.
El cuadro es el Isidoro de Sevilla de Murillo (1655), en la sacristía de la Catedral de Sevilla. la segunda imagen muestra a san Braulio de Zaragoza, amigo, discípulo y colaborador de Isidoro, y al propio Isidoro (a la derecha), en una iluminación del códice 167, en la biblioteca del monasterio de Einsiedeln, de la segunda mitad del siglo X.

 

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el enlace de la página
Comentarios
por Andrea (i) (190.162.149.---) - lun , 02-oct-2023, 01:25:27

Querido Abel, en 1997 fue declarado el santo patrono de internet, por San Juan pablo II.

por Abel (94.73.42.---) - lun , 02-oct-2023, 08:01:04

Muchas gracias, no lo sabía, de todos modos mi reflexión final sobre el santo "que responde por el fuego" creo que sigue siendo cierta: el santo patrono no es aquel que viene con certificado burocrático sino aquel al que se le reza y responde.
San Isidorio de Sevilla, ruega por nosotros.

por Padre Joan Manuel Serra Oller (i) (2.136.35.---) - jue , 04-abr-2024, 11:10:29

Santo Patrón de Internet porque su conocimiento, en su época, fue enciclópedico.

De San Isidoro de Sevilla, parece ser, es este interesante pensamiento que explico en esta homilía mía:

https://mossenjoan.com/homilies%20Mn%20Joan%20Manuel/B/10%20any/Diumenge%2010%20-%20B.pdf

“El mal ha entrado en el mundo cuando Dios ha querido crear unos seres de una grandeza extraordinaria. Tanto para el hombre como para el ángel, la libertad es algo irrenunciable.”

Son palabras del ya difunto exorcista de Roma, el Padre Amorth.

¿Por qué las recuerdo al principio de la homilía de hoy? Porque en el Evangelio hemos visto que acusan a Jesús de sacar a los demonios en nombre de Belzebú, el príncipe de los demonios, y lo acusan hasta de estar poseído.

Por ello la liturgia de hoy, en la primera lectura del libro del Génesis, nos habla de cómo en el principio de la creación del hombre, ya se habla de una serpiente maligna que engaña a Eva. Y ésta luego a Adán. Es decir que, según las Escrituras, cuando Dios crea al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, ya ha creado a los ángeles, y una parte de éstos ya se le han rebelado; son los ángeles caídos, los demonios.

¿Puede haber alguna relación entre la rebelión de los ángeles y la creación del hombre? Se pregunta el gran doctor de la Iglesia, San Isidoro de Sevilla (por cierto el Santo Patrón de Internet, pues tan basto era su saber).

Seguramente lo que pasó, dice el santo doctor, es que al rebelarse los ángeles y llevarse Belzebú del cielo a una tercera parte de los ángeles (según una posible interpretación el libro del Apocalipis), se crea un gran vacío en el cielo. Y por ello Dios decide, entonces, crear a los hombres y a las mujeres, para que en la tierra, con la ayuda de su Gracia, se ganen el Cielo, y seamos “como ángeles en el Cielo.”

Es una expresión del mismo Jesús, en respuesta a los Saduceos que no creían en la Resurrección de los muertos, y le presentan aquel caso de aquella mujer que se casó con siete hermanos, ninguno de los cuales le dio descendencia. ¿De cuál de los siete es la mujer, en el Cielo, si los siete se casaron con ella? Jesús les responde: “En este mundo, los hombres y las mujeres se casan; pero los que merezcan llegar a aquel otro mundo y resucitar, sean hombres o mujeres, ya no se casarán, puesto que ya tampoco podrán morir. Serán como los ángeles, y serán hijos de Dios por haber resucitado” (Lucas 20,34-36).

Si realmente, como sugiere San Isidoro, Dios hubiera creado a los hombres y a las mujeres para corregir el vacío provocado por la rebelión de los ángeles, si esto fuera así (en el cielo se lo podremos preguntar a Dios), con toda propiedad los hombres y la mujeres podrían decir aquello de “No hay mal que por bien no venga.”

Estaríamos, pues, según San Isidoro, en la tierra para repoblar el cielo.



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