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El Testigo Fiel
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«Mira que estoy a la puerta y llamo,
si alguno oye mi voz y me abre la puerta,
entraré en su casa y cenaré con él, y él conmigo...»
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Miércoles, XXXIII semana del Tiempo Ordinario, feria
Salterio: miércoles de la primera semana
Oficio de Lecturas - versión simple · sin opciones
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Si Oficio de Lecturas es la primera oración del día se reza el Invitatorio.

(se hace la señal de la cruz sobre los labios mientras se dice:)
V/. -Señor, ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
Salmo 94: Invitación a la alabanza divina
en el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin
Ant: Adoremos al Señor, creador nuestro.
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

-se repite la antífona

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

-se repite la antífona

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

-se repite la antífona

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

-se repite la antífona

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»

-se repite la antífona

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Adoremos al Señor, creador nuestro.
Si no:

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
 
Himno

se utiliza el himno de Laudes:

Buenos días, Señor, a ti el primero
encuentra la mirada
del corazón, apenas nace el día:
Tú eres la luz y el sol de mi jornada.

Buenos días, Señor, contigo quiero
andar por la vereda:
Tú, mi camino, mi verdad, mi vida;
Tú, la esperanza firme que me queda.

Buenos días, Señor, a ti te busco,
levanto a ti las manos
y el corazón, al despertar la aurora:
quiero encontrarte siempre en mis hermanos.

Buenos días, Señor resucitado,
que traes la alegría
al corazón que va por tus caminos
¡vencedor de tu muerte y de la mía!

Gloria al Padre de todos, gloria al Hijo,
y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos te alabe nuestro canto. Amén.

o el de Vísperas:

Amo, Señor, tus sendas, y me es suave la carga
(la llevaron tus hombros) que en mis hombros pusiste;
pero a veces encuentro que la jornada es larga,
que el cielo ante mis ojos de tinieblas se viste,

que el agua del camino es amarga..., es amarga,
que se enfría este ardiente corazón que me diste;
y una sombría y honda desolación me embarga,
y siento el alma triste hasta la muerte triste...

El espíritu débil y la carne cobarde,
lo mismo que el cansado labriego, por la tarde,
de la dura fatiga quisiera reposar...

Mas entonces me miras..., y se llena de estrellas,
Señor, la oscura noche; y detrás de tus huellas,
con la cruz que llevaste, me es dulce caminar.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Amén.

Primer Salmo
Salmo 17,2-30 - I: Acción de gracias después de la victoria
Ant: Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Yo te amo, Señor; Tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.

Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte.

En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo Él escuchó mi voz,
y mi grito llegó a sus oídos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Segundo Salmo
Salmo 17,2-30 - II:
Ant: El Señor me libró porque me amaba.
Entonces tembló y retembló la tierra,
vacilaron los cimientos de los montes,
sacudidos por su cólera;
de su nariz se alzaba una humareda,
de su boca un fuego voraz.
y lanzaba carbones ardiendo.

Inclinó el cielo y bajó
con nubarrones debajo de sus pies;
volaba a caballo de un querubín
cerniéndose sobre las alas del viento,
envuelto en un manto de oscuridad;

Como un toldo, lo rodeaban
oscuro aguacero y nubes espesas;
al fulgor de su presencia, las nubes
se deshicieron en granizo y centellas;

y el Señor tronaba desde el cielo,
el Altísimo hacía oír su voz:
disparando sus saetas, los dispersaba,
y sus continuos relámpagos los enloquecían.

El fondo del mar apareció,
y se vieron los cimientos del orbe,
cuando tú, Señor, lanzaste un bramido,
con tu nariz resoplando de cólera.

Desde el cielo alargó la mano y me agarró,
me sacó de las aguas caudalosas,
me libró de un enemigo poderoso,
de adversarios más fuertes que yo.

Me acosaban el día funesto,
pero el Señor fue mi apoyo:
me sacó a un lugar espacioso,
me libró porque me amaba.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El Señor me libró porque me amaba.
Tercer Salmo
Salmo 17,2-30 - III:
Ant: Señor, Tú eres mi lámpara, Tú alumbras mis tinieblas.
El Señor retribuyó mi justicia,
retribuyó la pureza de mis manos,
porque seguí los caminos del Señor
y no me rebelé contra mi Dios;
porque tuve presentes sus mandamientos
y no me aparté de sus preceptos;

le fui enteramente fiel,
guardándome de toda culpa;
el Señor retribuyó mi justicia,
la pureza de mis manos en su presencia.

Con el fiel, Tú eres fiel;
con el íntegro, Tú eres íntegro;
con el sincero, Tú eres sincero;
con el astuto, Tú eres sagaz.
Tú salvas al pueblo afligido
y humillas los ojos soberbios.

Señor, Tú eres mi lámpara;
Dios mío, Tú alumbras mis tinieblas.
Fiado en Ti, me meto en la refriega;
fiado en mi Dios, asalto la muralla.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Señor, Tú eres mi lámpara, Tú alumbras mis tinieblas.
Lectura Bíblica
V/. Todos se admiraban de las palabras de gracia.
R/. Que salían de sus labios.

Historia de la infidelidad de Israel
Lectura del libro del profeta Ezequiel
Ez 20,27-44 (del lecc. par-impar)
En aquellos días, el Señor me dirigió la palabra y me dijo:
Hijo de hombre, habla a la casa de Israel y diles: «Esto dice el Señor Dios:
“También me han despreciado vuestros padres con otra infidelidad: cuando los introduje en la tierra que solemnemente había jurado darles, al ver una colina elevada o un árbol frondoso, ofrecían allí sus sacrificios, allí presentaban sus provocativas ofrendas, allí deponían sus fragantes aromas, allí vertían sus libaciones. Yo les pregunté: ¿Qué hay en ese altozano adonde vais? Y ellos le pusieron el nombre de ‘altozano’ hasta el día de hoy”».
Por tanto, di a la casa de Israel:
«Esto dice el Señor Dios: Vosotros os habéis contaminado con las costumbres de vuestros padres y os habéis prostituido con sus ídolos; si vosotros, casa de Israel, seguís contaminándoos con vuestros ídolos, ofreciendo vuestros dones y haciendo pasar a vuestros hijos por el fuego hasta el día de hoy, ¿cómo voy a responder yo a vuestras consultas? Por mi vida —oráculo del Señor Dios— que no responderé a vuestras consultas.
Ciertamente no ocurrirá lo que os pasa por la mente cuando decís: “Queremos ser como los otros pueblos, como las gentes de los otros países, y adorar al leño y a la piedra”. Por mi vida —oráculo del Señor Dios— que yo reinaré sobre vosotros con mano fuerte, con brazo vigoroso y con ira incontenible. Os sacaré de entre las naciones con mano fuerte, con brazo vigoroso y con ira desbordada, y os reuniré de entre los países por donde estabais dispersos. Os llevaré al desierto de las naciones y allí, cara a cara, entablaré un pleito con vosotros. Lo mismo que entablé un pleito con vuestros padres en el desierto de Egipto, así entablaré un nuevo pleito con vosotros —oráculo del Señor Dios—. Os haré pasar bajo el cayado, y os someteré al vínculo del pacto. Pero separaré de entre vosotros a los rebeldes que se sublevan contra mí. Los sacaré del país donde habitan, pero no entrarán en la tierra de Israel. Y comprenderéis que yo soy el Señor».
En cuanto a vosotros, casa de Israel, esto dice el Señor Dios:
«Vaya cada uno y haga desaparecer sus ídolos. ¿Es que después de esto no me escucharéis y no dejaréis de profanar mi santo nombre con los dones a vuestros ídolos? En mi santa montaña, en la montaña más elevada de Israel —oráculo del Señor Dios—, allí, en el país, me servirá la casa de Israel toda entera. Entonces los acogeré con benevolencia y, de cuanto queráis consagrar, requeriré vuestras ofrendas y las primicias de vuestros dones.
Os acogeré con benevolencia, como fragantes aromas, cuando os haya sacado de entre los pueblos, os haya reunido de entre los países por donde estabais dispersos y haya manifestado mi santidad en vosotros a los ojos de las naciones. Entonces reconoceréis que yo soy el Señor, cuando os haya llevado a la tierra de Israel, a la tierra que juré mano en alto dar a vuestros padres. Allí recordaréis vuestra conducta y las malas obras con que os contaminasteis, y tendréis horror de vosotros mismos por todas las maldades que habéis cometido.
Entonces comprenderéis, casa de Israel, que yo soy el Señor, cuando proceda con vosotros por respeto de mi nombre, y no conforme a vuestra mala conducta y a vuestras malas obras —oráculo del Señor Dios—».
Ez 20,44.43.37
R/. Sabréis que yo soy el Señor cuando os trate como exige mi nombre, cuando os acordéis de vuestra conducta y de las malas obras con que os contaminasteis.
V/. Os haré pasar bajo el cayado, y os haré entrar uno a uno por el aro de la alianza.
R/. Cuando os acordéis de vuestra conducta y de las malas obras con que os contaminasteis.
Lectura Patrística
El corazón del justo se gozará en el Señor
San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia
Sermón 21,1-4
El justo se alegra con el Señor, espera en él, y se felicitan los rectos de corazón. Esto es lo que hemos cantado con la boca y el corazón. Tales son las palabras que dirige a Dios la mente y la lengua del cristiano: El justo se alegra, no con el mundo, sino con el Señor. Amanece la luz para el justo - dice otro salmo-, y la alegría para los rectos de corazón. Te preguntarás el porqué de esta alegría. En un salmo oyes: El justo se alegra con el Señor, y en otro: Sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón.
¿Qué se nos quiere inculcar? ¿Qué se nos da? ¿Qué se nos manda? ¿Qué se nos otorga? Que nos alegremos con el Señor. ¿Quién puede alegrarse con algo que no ve? ¿O es que acaso vemos al Señor? Esto es aún sólo una promesa. Porque, mientras sea el cuerpo nuestro domicilio, estamos desterrados lejos del Señor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe. Guiados por la fe, no por la clara visión. ¿Cuándo llegaremos a la clara visión? Cuando se cumpla lo que dice Juan: Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Entonces será la alegría plena y perfecta, entonces el gozo completo, cuando ya no tendremos por alimento la leche de la esperanza, sino el manjar sólido de la posesión. Con todo, también ahora, antes de que esta posesión llegue a nosotros, antes de que nosotros lleguemos a esta posesión, podemos alegrarnos ya con el Señor. Pues no es poca la alegría de la esperanza, que ha de convertirse luego en posesión.
Ahora amamos en esperanza. Por esto, dice el salmo que el justo se alegra con el Señor. Y añade, en seguida, porque no posee aún la clara visión : y espera en él.
Sin embargo, poseemos ya desde ahora las primicias del Espíritu, que son como un acercamiento a aquel a quien amamos, como una previa gustación, aunque tenue, de lo que más tarde hemos de comer y beber ávidamente.
¿Cuál es la explicación de que nos alegremos con el Señor, si él está lejos? Pero en realidad no está lejos. Tú eres el que hace que esté lejos. Ámalo, y se te acercará; ámalo, y habitará en ti. El Señor está cerca. Nada os preocupe. ¿Quieres saber en qué medida está en ti, si amas? Dios es amor.
Me dirás: «¿Qué es el amor?» El amor es el hecho mismo de amar. Ahora bien, ¿qué es lo que amamos? El bien inefable, el bien benéfico, el bien creador de todo bien. Sea él tu delicia, ya que de él has recibido todo lo que te deleita. Al decir esto, excluyo el pecado, ya que el pecado es lo único que no has recibido de él. Fuera de pecado, todo lo demás que tienes lo has recibido de él.
R/. Antes de que veas lo que ahora no te es posible ver, acepta por la fe lo que aún no ves. Camina guiado por la fe, para que llegues a la clara visión.
V/. No gozará en la patria la felicidad producida por la visión plena quien no haya recibido en el camino la ayuda de la fe.
R/. Camina guiado por la fe, para que llegues a la clara visión.
Final

Oremos:

Señor, Dios nuestro, concédenos vivir siempre alegres en tu servicio, porque en servirte a ti, creador de todo bien, consiste el gozo pleno y verdadero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. Bendigamos al Señor.
R/. Demos gracias a Dios
 
En el rezo comunitario de ETF acostumbramos añadir:
V/. Desde la salida del sol hasta su ocaso...
R/. Bendigamos el nombre del Señor.
 
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