Hace tiempo leí en un artículo, que si Jesús hubiera nacido en esta época, su mensaje habría tenido menos relevancia que en su tiempo. El hombre moderno no tiene conciencia del pecado, y hablando por ejemplo de la escena de la mujer adúltera, ésta habría sido inmediatamente apedreada, pues ninguno de los presentes se habría dado por aludido.
Pero un presentador de televisión, va más allá, y rechaza tajántemente la oferta de vida eterna. Dice lo siguiente:
“¿Se puede imaginar algo más cruel, más terrible, más inhumano que la vida eterna? ¿Te imaginas toda una eternidad sin hacer nada? No se puede hacer nada. No se puede inventar nada porque todo está inventado. No se puede escribir nada porque ya está todo escrito. No se puede investigar nada porque no hay dudas ni misterio. No hay razón para hacer nada porque allí no espera nada, no se desea nada [..] Estoy pensando que después de un año en la vida eterna estaríamos hartos y deseando de morirnos de una puñetera vez. La vida es importante y bonita porque se acaba, por eso nos agarramos a ella, porque sabemos que no es para siempre. Si fuera eterna no habría quien la aguantara. Por eso disfruta, la vida es corta y se acaba. No pierdas el tiempo enfadándote”
Bueno, con esa representación de la vida eterna no me extraña que la rechace, y si nosotros hemos transmitido ese concepto de vida eterna como eterno-no-hacer-nada, pues sí, me uno a su reflexión.
Hay dos textos de la Biblia que creo (estoy convencido) de que los hemos interpretado muy mal, y afectan a nuestra comprensión de la vida eterna, es decir, son el suelo teológico de esa comprensión de la vida eterna como eterno aburrimiento...
Primer texto: el final del "Himno al amor" de 1Cor 13 (las palabras entre corchetes son el texto griego):
"Ahora [arti] vemos como en un espejo, en enigma, luego [tote] cara a cara;
ahora [arti] conozco a medias, luego [tote] conoceré como soy conocido,
ahora [nyní]permanecen fe, esperanza y amor [agape], mas la mayor de todas: el amor."
Se trata de un poema, un himno, con un delicado equilibrio entre cada verso. Puede notarse que lo que traducimos como "ahora" en el primero y el segundo (arti) no es la misma palabra que en el tercero (nyní, un enfático de nyn: ahora).
Esto tiene que ver con que los dos primeros enuncian el estado en nuestro eón, que tiene su correlato [tote: entonces, después] con un cambio en el otro eón; en cambio el tercer "ahora" es el "ahora" de nuestra vida como hombres nuevos, y por tanto es ya el conato de la vida eterna, no tiene ningún "después" asociado, por eso cambia la palabra.
Por supuesto tanto "arti" como "nyní" significan "ahora", pero estando juntos hay que buscar por qué motivo era importante la diferenciación.
Lamentablemente esto se tradujo al latín como "Videmus nunc per speculum in ænigmate: tunc autem facie ad faciem. Nunc cognosco ex parte: tunc autem cognoscam sicut et cognitus sum. Nunc autem manent fides, spes, caritas, tria hæc: major autem horum est caritas."
Es decir, las tres veces con el mismo adverbio latino "nunc", "ahora"... y casi toda la teología pensó a este texto desde el latín, no desde el griego, por tanto era obvio que ese tercer nunc habría de ser completado mentalmente con la idea de que si ahora hay fe, esperanza y amor, después ya no serían necesarias.
Esto suponer afirmar que en la vida eterna no solo seremos "como" Dios, sino realmente Dios, ya que no hará falta la fe para conocer la inmensidad de su ser, ni la esperanza para aguardar eternamente su advenimiento.
Pero realmente san Pablo no afirma eso, no dice que ahora sí y después no, sino que anuncia que a pesar de estar todavía en nuestra carne mortal ya podemos empezar a vivir el régimen de eternidad: la fe, la esperanza y el amor.
La vida eterna es eterno descubrimiento del Misterio divino, ¡claro que hay misterio en la vida eterna!
El otro texto mal interpretado ´(siempre a mi juicio, pero con el aval de auténticas autoridades teológicas que expresan lo mismo, por ejemplo, von Balthasar) en la tradición teológica es el de 1Juan 3,2:
"Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es."
Parece que estuviera diciendo que seremos semejantes a Dios... y es verdad, siempre que miremos la palabra "Dios" desde la perspectiva que la está mirando el autor de 1Juan.
A la dificultad del propio texto se suma más modernamente la división del texto en capítulos, que hace que esta frase quede al iniciar el capítulo 3, perdiéndose la intrínseca conexión con el final del capítulo anterior. El pensamiento completo dice:
"Y en cuanto a vosotros, la unción que de El habéis recibido permanece en vosotros y no necesitáis que nadie os enseñe. Pero como su unción os enseña acerca de todas las cosas - y es verdadera y no mentirosa - según os enseñó, permaneced en él.
Y ahora, hijos míos, permaneced en él para que, cuando se manifieste, tengamos plena confianza y no quedemos avergonzados lejos de él en su Venida.
Si sabéis que él es justo, reconoced que todo el que obra la justicia ha nacido de él.
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!. El mundo no nos conoce porque no le conoció a él.
Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es.
Todo el que tiene esta esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro." (1Juan 2,27-3,3)
Es muy claro por el contexto que cuando el autor utiliza el pronombre "él" se refiere indudablemente a Cristo, así que surge la lógica pregunta: ¿cuando dice "lo veremos tal cual es", se refiere a Dios (a su esencia divina) o a Cristo, es decir, a Dios eternamente encarnado?
La respuesta es trascendental: nuevamente, si decimos que veremos a Dios tal cual es estamos afirmando la enormidad de que en una vida finita cabe la esencia infinita de Dios, ya no hay misterio, es el eterno aburrimiento de una vida finita viendo a un Dios que cabe en esa vida... perdón, a un dios, porque un dios que cabe en al vida del hombre no merece llamarse Dios.
En cambio pienso que es claro que lo que está afirmando es que veremos a Cristo tal cual él es: hombres redimidos viendo al Dios-hombre que los redimió... y en ese hombre-Dios eterno veremos, como en transparencia al Dios vivo y verdadero, misterio eterno siempre a contemplar y descubrir.
Es cierto que el antecedente gramatical de "seremos semejantes a él" podría ser la palabra "Dios" que está un poco antes, en el sintagma "hijos de Dios", pero yo creo que el autor entendió esta expresión como sintagma en sí mismo, como una expresión unificada, no pretendió que esa palabra "Dios" le cambiara un antecedente tan cuidadosamente construido a través de todos los "él" que van jalonando el pasaje y remitiendo a Cristo.
Quizás parece preciosismo de exégetas tranochados, pero es inevitable que si achicamos el misterio de Dios al nivel de lo que un hombre puede contemplar en su vida, así sea su vida eterna de resucitado (que seguirá siendo humana), esa vida eterna no pueda ser concebida más que como aburrimiento eterno... ¿qué felicidad eterna puede ofrecerme un dios a mi medida?
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La creación es la esposa de Cristo, y nosotros su regalo de bodas.
La física moderna afirma que al principio de todo aparecieron el espacio-tiempo y la materia-energía. Antes de la aparición del universo material no había tiempo; por fuera del universo tampoco lo hay pues el tiempo físico es una dimensión esencial constitutiva del universo material, como lo son las tres dimensiones del espacio.
" Erráis por no entender las Escrituras..."
Sicológicamente, el aburrimiento es tiempo vacío, es tiempo sin llenar. Para que haya aburrimiento debe haber tiempo; si no hay tiempo, no hay aburrimiento.
La vida eterna prometida por el Señor Jesús, es vida sin tiempo; en el lenguaje ordinario, eterno significa que nunca acaba; pero la vida eterna prometida por Jesús no es vida prolongada en el tiempo como la de Lázaro: " Erráis por no entender las Escrituras..." aquí eterno significa que no hay tiempo. Eterno no es mil, millón, trillón ... de años sino cero años: cero tiempo; sin tiempo. Sin tiempo para casarse, ni cansarse, ni para comer, ni dormir, ni bañarse, ni aburrirse...porque el cuerpo resucitado es cuerpo-espiritual que así es el de Cristo. La vida eterna es conocerte a Tí Padre Eterno y a tu Hijo Jesucristo. En el cielo conoceremos a Dios "cara a cara", no por inducción o por deducción o raciocinio o cualquier otro modo que requiera tiempo. Y seremos célula viva del Cuerpo Místico de Cristo, su Iglesia; amigos de los santos, de los ángeles, de María Ssma.