Cuarta Palabra
Franz Joseph Haydn - traducción: Sergio Castrejón
La siguiente sonata, y aún la otra de más allá, reman hacia lo más
profundo del dolor del Kyrios. Ésta de la que tratamos ahora es
especialmente admirable, sobre todo por la obsesiva repetición de estas
palabras:
"NEIN, NICHTS SOLL UNS VON DIR TRENNEN".
De nuevo Pablo y su carta a los Romanos: "nada nos separará de Ti".
MEIN GOTT, MEIN GOTT, WARUM HAST DU MICH VERLASSEN?
Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?
Inmediatamente después de esta Cuarta palabra, siguen los cuatro minutos más maravillosos de la historia de la música. El título es INTRODUZIONE y no aparece en la versión original para orquesta, ni en la versión para cuarteto de cuerda ni en la reducción para piano.
Este fragmento fue expresamente escrito para la versión oratorio.
Sólo suenan los instrumentos de viento, y el papel de los metales es especialmente llamativo. La gracia de Haydn, el contrapunto más estricto y el más sombrío ambiente están mezclados de eficacísima manera, dando pie y conduciendo sin interrupción a estas palabras:
«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46 // Mc 15,34)
¿Por qué me has abandonado?
Mas, ¿quién podrá ver en esto ni rastro de la Divinidad?
¿Quién podrá acercarse a la comprensión de este misterio?
¡Oh Dios Omnipotente, Fuerte, Poderoso!
He aquí la obra de tus manos, nosotros.
He aquí los redimidos por medio de tu Amor;
de nuestro corazón sólo puede brotar la acción de gracias.
Por nuestra causa has aguantado el dolor, la humillación,
el abandono, el miedo, el sufrimiento.
Señor, ¿quién no te amará?
¿Quién podrá, después de esto, seguir atormentándote con pecados?
¿Quién podrá rechazar tu clemencia?
¡No! Nada nos separará de ti, ni ahora ni en la eternidad.
---
Texto alemán:
«Mein Gott, mein Gott, warum hast du mich verlassen?»
Warum hast du mich verlassen?
Wer sieht hier der Gottheit Spur?
Wer kann faseen dies Geheimnis?
O Gott der Kraft und Macht,
O Gott der Macht und Stärke
wir sind deiner Hände WErke,
und deine Lieb, o Herr, hat uns erlöst.
O Herr, wir danken dir von Herzen.
Unserwegen littst du Schmerzen,
Spott, Verlassung, Angst und Pein.
Herr, wer sollte dich nicht lieben,
dich mit Sünden noch betrüben?
Wer kann deine Huld verkennen?
Nein, nichts soll uns von dir trennen,
allhier und dort in Ewigkeit.