Muy sencillo: no se dice nada... Y tampoco en la primera: no se dice "es palabra de Dios" ni nada. Simplemente se pasa de la lectura al responsorio.
Normalmente puede hacerse una pequeña pausa de silencio meditativo entre la lectura y el responsorio. ¿cuánto silencio? eso lo determina la costumbre de la comunidad y el que guía la oración, que es a quien toca dirigir también el responsorio.
Bellamente lo indica la Ordenación General de la LH (n. 202):
«[...] según la oportunidad y la prudencia, para lograr la plena resonancia de la voz del Espíritu Santo en los corazones y para unir más estrechamente la oración personal con la palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia, es lícito dejar un espacio de silencio [...] después de las lectura tanto breves, como más largas, indiferentemente antes o después del responsorio. Se ha de evitar, sin embargo, que el silencio introducido sea tal que deforme la estructura del Oficio o resulte molesto o fatigoso para los participantes.»