Pues yo la verdad que me alegro mucho que se haya quitado el color negro. Precisamente por su valor de color luctuoso (en nuestra cultura), el negro no debería estar presente nunca en la liturgia, ya que la muerte ha sido vencida, pero bueno, es normal que lo esté en un funeral, porque acompaña el sentimiento de los presentes.
Pero el Viernes Santo no es un funeral, sino la celebración del valor martirial, sacrificial y redentor de la muerte de nuestro Señor. Por tanto mira ya a la resurrección. No es el recuerdo de su muerte sino la celebración mistérica de esa muerte, y lo hacemos con el color que la liturgia asocia a los mártires y al Espíritu, porque todo ello apunta a la vida posibilitada desde esa muerte.
La liturgia no es una representación teatral que debe buscar la coincidencia realística con los detalles históricos de la Pasión, la liturgia es celebración, y si hay detalles realísticos, lo están para ser evocativos, y para llevar a penetrar con mayor profundidad en el misterio, pero nada más.