La fuente principal es la tradición, ya que el Nuevo Testamento no parece tener ninguna referencia al culto de los muertos (aunque luego le diré una hipótesis al respecto).
Ya en el siglo II se constata la existencia de alguna forma de culto de los mártires, a través de inscripciones catacumbales, y en los vestigios de celebraciones del ágape fraterno en el entorno de las tumbas, y en algunas indicaciones que pueden extraerse de las "passiones" de los mártires (documentos que recopilaban el juicio y testimonios de los contemporáneos), y de lo que los Padres elaboran a partir de esos datos.
La memoria de la ubicación de las tumbas de los mártires se conservó desde el principio, y recorrer sus tumbas se fue convirtiendo de a poco en una práctica piadosa. Han llegado a nosotros listas de mártires, con su fecha de "depositio" (enterramiento) desde el siglo IV. El documento romano llamado "depositio martyrum", el más famoso del género, proviene del año 354.
Se puede decir que para inicios del siglo III está firmemente arraigado el culto de los mártires, poco más tarde también de los santos obispos, y de algunos eventos eclesiásticos notables, como la dedicación de las iglesias principales.
Con todo esto se puede afirmar que la tradición es realmente antigua e "inmemorial", y aceptada por los Padres y escritores eclesiásticos de los primeros siglos. Normalmente es éste el fundamento que invoca la Iglesia, y no el texto bíblico de manera directa, donde la cuestión de las mediaciones entre Dios y los hombres está más bien tratada en relación al peligro de idolatría, y por tanto rechazada. Puede verse el decreto del Concilio de Trento (texto realmente precioso) donde se invoca la antigua tradición, tanto para el culto de los santos como para la consecuente veneración de imágenes y reliquias, si bien previniendo gravemente de los abusos.
Naturalmente, quien sólo acepte como tradición la "tradición apostólica" (es decir, dentro del siglo I), no encontrará nada que niegue explícitamente, pero tampoco que afirme el culto de los santos, ni mucho menos lo hallará si sólo acepta la Biblia, en las forma de leer más literal-fundamentalista. Sin embargo el culto de los santos, aunque no esté explícito en la Biblia, se desprende con naturalidad de la convicción de que tras esta vida no vamos a un reino de sombras ni a ningún "descanso eterno" (a pesar de que esa fórmula se nos ha pegado), sino al gozo litúrgico de celebrar a Cristo y reinar con él, por tanto nada más lógico que asociarnos desde ahora a ese culto, no tanto invocando a los santos cuanto invocando junto con ellos. Es posiblemente esto lo que de manera tan temprana hizo surgir la costumbre.
En el Apocalipsis, en el capítulo 20 se habla del "Milenio", el reino de mil años durante los cuales Cristo reinaría visiblemente junto con los elegidos, que participarían así de una "primera resurrección", antes de la resurrección de todos los salvados (Ap 20). Este "milenio" ha sido objeto de encendidos debates desde la antigüedad, habiendo Padres -e incluso escritores posteriores- que lo han entendido literalmente (tal como hoy algunas sectas). En general la interpretación literal de una especie de "pre-reinado" de Cristo antes del final resulta inaceptable, sin embargo como hipótesis de lectura yo sostengo que ese texto (escrito posiblemente a fines del siglo I) es un primer testimonio del surgimiento del culto a los santos, donde el Apocaleta vincula el culto que comenzaba a realizarse en la Iglesia -primera "resurrección" de los mártires-, con la liturgia celeste que desarrolla en todo el libro.
Naturalmente, es sólo una hipótesis de lectura, difícil de probar, pero creo que sostiene muy bien la lectura del texto, es coherente con todos los detalles de los versículos, y permite encontrar un vestigio de tal culto ya en el propio texto bíblico.