Toda su temática alude al despertar y a su equivalencia simbólica con la resurrección. El horario habitual en las comunidades religiosas es las 7 de la mañana, aunque, naturalmente, se debe adaptar al propio ritmo de vida: lo normal es entre 6 y 10 hs.
Cuando Laudes es la primera oración litúrgica de la mañana se puede agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Antiguamente llamada "Maitines", su centro es la meditación en un tema bíblico y teológico, que se refleja en la lectura bíblica larga (que se desarrolla a lo largo de varios días) y en la lectura patrística, hagiográfica o teológica. Puede realizarse en cualquier momento del día, pero es muy frecuente unirlo a las Laudes o las Vísperas (en cuyo caso se omite el saludo final de una y el inicial e himno de la otra).
Cuando Oficio es la primera oración litúrgica de la mañana se debe agregar el salmo Invitatorio antes del himno.
Se puede rezar entre las 9 y las 12, o entre las 12 y las 15, o entre las 15 y las 18, recibiendo respectivamente el nombre de Tercia, Sexta y Nona. Normalmente se reza en el día una sola de ellas, pero puede rezarse más de una, en cuyo caso en la primera que se rece se utilizan los salmos que figuran, y en las otras la "Salmodia Complementaria" correspondiente. La Hora Intermedia de las memorias son siempre de la feria del día, y no hacen alusión al santo que se conmemora.
Sus motivos aluden al fin del trabajo y del día activo, y la equivalencia simbólica con la Venida del Señor. Un horario entre las 7 y las 10 de la noche es adecuado. Los días que preceden a una Solemnidad no tienen Vísperas.
Las «Primeras Vísperas» son la misma oración que Vísperas, pero para los domingos y solemnidades, que comienzan la tarde anterior y por lo tanto tienen dos vísperas: las «primeras», que son la tarde anterior (la del sábado, en el caso de un domingo), y las «segundas», que son las de la propia tarde cronológica (la tarde del domingo, siguiendo el mismo caso). Evidentemente, el día anterior cede parte de su tiempo al domingo o solemnidad y no tiene vísperas.
Sus textos aluden al sueño, y a su equivalencia simbólica con la muerte. El mejor horario es aquel en que efectivamente vayamos a dormir enseguida.
Aunque hay una Completas para cada día de la semana, es costumbre -aceptada en las rúbricas- que quienes desean rezarlas de memoria, lo hagan siempre con una de las dos Completas de domingo, ya sea la de después de Primeras Vísperas o la de después de Segundas Vísperas.
Las Completas no tienen vinculación estrecha con el desarrollo del calendario litúrgico, excepto el «aleluya» al final de las antífonas e invocaciones en tiempo pascual.