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El Testigo Fiel
formación, reflexión y amistad en la fe, con una mirada católica ~ en línea desde el 20 de junio de 2003 ~
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Arte: Galería de Arte
Buscador simple (o avanzado)
El buscador «simple» permite buscar con rapidez una expresión entre los campos predefinidos de la base de datos. Por ejemplo, en la biblioteca será en título, autor e info, en el santoral en el nombre de santo, en el devocionario, en el título y el texto de la oración, etc. En cada caso, para saber en qué campos busca el buscador simple, basta con desplegar el buscador avanzado, y se mostrarán los campos predefinidos. Pero si quiere hacer una búsqueda simple debe cerrar ese panel que se despliega, porque al abrirlo pasa automáticamente al modo avanzado.

Además de elegir en qué campos buscar, hay una diferencia fundamental entre la búsqueda simple y la avanzada, que puede dar resultados completamente distintos: la búsqueda simple busca la expresión literal que se haya puesto en el cuadro, mientras que la búsqueda avanzada descompone la expresión y busca cada una de las palabras (de más de tres letras) que contenga. Por supuesto, esto retorna muchos más resultados que en la primera forma. Por ejemplo, si se busca en la misma base de datos la expresión "Iglesia católica" con el buscador simple, encontrará muchos menos resultados que si se lo busca en el avanzado, porque este último dirá todos los registros donde está la palabra Iglesia, más todos los registros donde está la palabra católica, juntos o separados.

Una forma de limitar los resultados es agregarle un signo + adelante de la palabra, por ejemplo "Iglesia +católica", eso significa que buscará los registros donde estén las dos palabras, aunque pueden estar en cualquier orden.
La búsqueda admite el uso de comillas normales para buscar palabras y expresiones literales.
La búsqueda no distingue mayúsculas y minúsculas, y no es sensible a los acentos (en el ejemplo: católica y Catolica dará los mismos resultados).

Carpaccio

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La biografía de Carpaccio, del principio al fin, está bajo el signo de lo «probable». Que haya nacido en Venecia, nos lo dicen tan sólo sus firmas, adornadas insistentemente con el calificativo de Venetus y su apellido de Scarpa, aún hoy muy difundido en las islas del estuario. Scarpa, Scarpaza (como aparece en los documentos familiares) o Scarpazo, se latinizó después en el más noble nombre de Carpathius. Su padre, Pedro, era «pelizer», uno de aquellos mercaderes de pieles que tenían un floreciente gremio en Venecia, y del cual se conserva todavía en la actualidad -en el Museo Correr- la Mariegola (o Registro) con agudas y realistas miniaturas. Víctor le ayudó quizás al principio en su trabajo mercantil, porque un primer documento lo recuerda, en 1486, atendiendo al pago del alquiler de los depósitos paternos en las Procuradurías. ¿Cuántos años tenía por entonces Carpaccio? Demostrada ya la falta de fundamento de la antigua hipótesis que lo daba por nacido en 1455 (con motivo de un legado que le hicieron en 1472, de lo cual se infirió que tendría entonces Por lo menos 15 años, cuando en realidad la ley en aquel tiempo no le exigía más que estar vivo), prevalece hoy la opinión de que Carpaccio debió nacer hacia 1465. Es él, por tanto, el pintor «menor de 30 años» que aparece aunque sin nombrárselo, en la Mariegola de la antigua Scuola (Cofradía) de Santa Úrsula, el año 1488, en el acta de encargo de los Primeros lienzos con la historia de la Santa que debían decorar el interior del edificio.

Otros rumores, o simples hipótesis, lo hacen viajando en esos primeros años por todo el dominio véneto: desde Zara, donde alrededor de 1500 dejó un políptico, hasta el Oriente, del cual ilustró muchos recuerdos en cuadros sucesivos. Pero esta última manifestación (hecha por un escritor, Vecellio, muy avanzado el siglo XVI) no puede tomarse como Prueba concluyente. Quizás bastaron, a la fantasía de Carpaccio, para bosquejar paisajes exóticos y suntuosas vestiduras orientales, los relatos de los viajeros, numerosísimos en una ciudad de marinos como Venecia, o tal vez los dibujos mismos de su maestro, Gentil Bellini, y las estampas de los grabadores alemanes que precisamente estaban ilustrando entonces, en preciosas ediciones, las peregrinaciones de los cristianos «in partibus infidelium».

Alrededor de 1494 lo encontramos en el grupo de discípulos de Bellini que trabaja en la «Scuola» de San Juan Evangelista. A Carpaccio le corresponde el cuadro más sugestivo: el famoso Puente de Rialto. Entretanto, lleva a cabo las nueve pinturas que-decoran totalmente la «Scuola» de Santa Úrsula y que constituyen su primera obra maestra. Entre 1501 y 1502 comienza a trabajar en el Palacio Ducal, en la Sala del Senado, junto a los Bellini. Su importancia ha aumentado, evidentemente, ya que se lo sitúa en un nivel de paridad con los más grandes artistas de Venecia. Su preferencia sigue volcándose, sin embargo, en las Cofradías («Scuole») pequeñas y solitarias. Y así lo vemos de nuevo en San Jorge de los Esclavones, con otra serie de lienzos -su obra más grandiosa, sin duda- dedicados a San Jerónimo, San Jorge y San Trifón, pintados entre 1502 y 1507. Mucho menos inspirada, en cambio, fue su actividad para otra Cofradía, la de los Albaneses, de la Iglesia de San Mauricio, en la cual sabemos que trabajó en 1504 por la fecha inscrita en una de las pinturas, dispersas hoy en varios museos.

En 1507 lo volvemos a encontrar en el Palacio Ducal, pero esta vez en la Sala del Consejo Mayor con dos lienzos históricos del género «político» tan grato a los magistrados de la República: representan la Visita del Papa Alejandro III a Venecia, y su Encuentro en Ancona con Barbarroja bajo la égida del Dux. Sobre el final del primer decenio del siglo se inicia la parábola descendente del artista, y hay que buscar la razón de ello, más que en un presunto malestar físico del pintor, en la situación cultural de, Venecia, en la que Carpaccio aparecía irremediablemente anticuado respecto a las nuevas generaciones. Después de pintar algunos modestos retablos, como el de 1507 Para San Pedro Mártir, de Murano y, a continuación, otro para Santa María del Vado, de Ferrara, en 1508, es derrotado en la competición para pintar el confalón de la Cofradía de la Caridad. Firma y fecha en 1510 la gran tabla de La Presentación de la Iglesia de San Job, y en 1511, por contrato con el marqués de Gonzaga, pinta una Vista de Jerusalén. En 1511 inicia la Vida de San Esteban en la hospedería de la Cofradía homónima, pero tarda varios años en ejecutarla (probablemente hasta 1520) y lo hace con cierta fatiga, aunque ayudado por Bissolo (la «Scuola» ya no existe y las pinturas están hoy en Berlín, en el Louvre, en la Pinacoteca Brera y en Stuttgart), y en 1514 pinta un tríptico para la Cofradía de Santa Fosca, hoy disperso entre Zagreb, el Museo Correr de Venecia y la Pinacoteca Carrara de Bérgamo.

En 1516, Carpaccio inicia su último viaje, dirigiéndose a Capodistria. Pinta allí, en ese mismo año, el Retablo de la Catedral, seguido del Retablo de Pirano, en 1518, y de dos portezuelas de órgano, en 1523, estas últimas también en la Catedral de Capodistria. El 28 de octubre de 1525 reside todavía en esa villa, como se sabe por un documento de la época. Pero el 26 de junio de 1526, su hijo Pedro, en otro documento, consigna ya su muerte.

Bibliografía:

Terisio Pignatti. Pinacoteca de los Genios. Editorial Codex S.A.

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