Lucas Cranach nació en el año 1472, en Kronach, pueblo de Franconia del que deriva su apellido. Realizó su aprendizaje en el taller de su padre, Hans, un oscuro pintor y grabador, junto al cual trabajó, posiblemente hasta los últimos años del siglo XV. Desconocemos datos de su primera juventud, tales como el itinerario de un viaje que realiza antes de establecerse en Viena, a principios del siglo XVI. Las primeras obras de Cranach que han llegado hasta nosotros se remontan a los años vieneses, y son tanto más asombrosas por su altura poética y su acabado estilo, cuanto que no poseemos ningún testimonio de la anterior actividad del pintor. Quizá, residiendo aún en la capital austriaca, Lucas se casa con Bárbara Breughier, hija del burgomaestre de Gotha, Pero, a finales de 1504, se traslada a Wittemberg, al servicio de Federico el Sabio, elector de Sajonia. Toda su vida será pintor áulico de los duques de Wittemberg, a los que seguirá fielmente en la buena y la mala suerte -son los años de la Reforma y de las guerras de religión entre los duques y el Imperio-, sirviendo, después de la muerte de Federico el Sabio (1525), a Juan el Constante y, por último, a Juan Federico el Magnánimo. Por deseos de Federico el Sabio, Cranach realiza, en 1508-1509, un viaje a los Países Bajos, quizá con fines diplomáticos, pero, en cualquier caso, viaje esencial en la historia de su trayectoria artística, porque el pintor tiene ocasión de conocer directamente la pintura holandesa contemporánea. A su vuelta a Wittemberg, Federico le confiere un título nobiliario y un blasón -con la pequeña serpiente alada- con el que Cranach firma, desde entonces, toda su producción pictórica, que se hace, en estos años, cada vez más variada y abundante, y procura al artista una gran notoriedad, tanto en los ambientes religiosos como en los laicos, nobles y burgueses.
Hacia -el final del segundo decenio del siglo XVI, Cranach entabla amistad con Lutero: el ex monje agustino, predicador en Wittemberg desde 1508, y luego profesor de teología a partir de 1512, inicia en estas años su lucha. Cuatro años después del "escándalo" de las 95 tesis, colgadas a la puerta de la iglesia de Wittemberg, tiene lugar la Dieta de Worms y la primera condena oficial, que Lutero comunica a Cranach en una carta afectuosa y pesimista. Mantienen estrechas relaciones, aun tratándose de dos hombres tan distintos por sus intereses, su género de vida, y sus caracteres, pues es difícil pensar en asociar el ardor apasionado y místico de Lutero con la burguesa tranquilidad del pintor. Cranach pinta muchísimo para Lutero y para la fe reformada, pero la pintura es sólo uno de los muchos intereses -no el único- de un hombre cada vez más ocupado en los asuntos públicos y en el comercio.
La compra de una farmacia (1522) y, después, de una imprenta y de una hostería, han enriquecido mucho a Cranach; y la actividad política -desde 1520 es, en años alternos, senado, y desde 1537 hasta 1544, burgomaestre- lo aparta cada vez más de sus empresas artísticas. Los encargos, muy numerosos, son realizados casi completamente por sus ayudantes, y en especial por sus hijos Hans y Lucas, que siguen dócilmente, sin genialidad, los modos del padre, hasta el punto de que resulta muy difícil discernir sus personales contribuciones, de las intervenciones, poco relevantes ya, de Cranach.
Pero, bruscamente, 1as espléndidas costumbres de la vida cortesana se interrumpen: los duques de Wittemberg participan en la guerra entre los príncipes reformados y las tropas católicas del Emperador, y Juan Federico es derrotado y hecho prisionero en Mühlberg (1547).
Cranach sigue fielmente a 'su' duque, en los amargos años de la prisión, en Augsbuilao y en Innsbruck, y pinta todavía para él. Morirá, muy viejo, en Weimar, el 16 de octubre de 1553, cuando ya había sido firmada la paz y estaba recomenzando, en una nueva capital, el antiguo esplendor de la vida de otro tiempo.
Bibliografía: Dora Schwarz. Pinacoteca de los Genios. Editorial Codex S. A.