Parece sencillo esto de decir «han pasado cinco años»; lo mismo podrían ser 2 o 10. ¿Qué tiene de especial que sean cinco años de El Testigo Fiel? De especial exterior, nada. Al tratarse de un aniversario virtual ni siquiera podemos sentarnos juntos a soplar unas velitas materiales.
De especial dentro nuestro sí, creo que sí. Creo que cada uno de los que estamos aquí, incluso de cada uno de esos 1.600.000 personas que han "pisado" este sitio desde el 20 de junio del 2003, según dice el contador (¿será verdad? ¡qué barbaridad!), tiene un sentimiento sobre este sitio, más intenso o menos; el momento del quinto aniversario es la ocasión para que ese sentimiento se haga más vivo.
Dentro de esos 1.600.000 impresiones, tengo el privilegio de poder contar la mía. No diré que tengo el entusiasmo del 2003: no, los tiempos inciales, los tiempos en que todo está por hacerse, son especiales; la fundación es siempre algo especial. Pero hoy me maravilla algo que en 2003 no me podía maravillar, y es ver lo que existe, lo que es real; en su fragilidad ¡ETF es real!
Una comunidad virtual es algo muy real, un espacio de encuentro virtual es algo muy real. Eso es para mí lo más anonadante: que en cinco años esto haya llegado a ser algo real.
Pero, ¿en qué consiste eso tan real? si recorremos el menú hay muchas cosas reales: la biblioteca, el santoral, la brújula, la sección de solidarios, las publicaciones, los foros, la galería de arte, las noticias, la Liturgia de las horas, la Biblia, el devocionario.... estoy nombrando sin orden: son cosas reales, están allí, cualquiera puede verlas. Es información, más o menos completa, más o menos acabada, más o menos puesta al día, y la información -en el siglo de la información- es un bien real. Pero yo estoy convencido de que no consiste en eso lo tan real de ETF. Es más, me atrevería a decir que si quitáramos todo eso, aun podría seguir ETF siendo completamente real.
En las páginas fundacionales, que han quedado como ideario, escribía en 2003:
«Los contenidos están. Son sólidos y fundados. Pero al mismo tiempo son sólo la excusa para el encuentro»
¡Ahí está! ¡eso es lo más real de ETF, eso es lo real de ETF! ¡el encuentro!
El encuentro con otros que creen como yo, el encuentro junto a otros frente al mismo Señor en que creemos unos y otros, el encuentro para una charla sin más objetivos que simplemente estar juntos "porque es tarde y el día acaba", como los discípulos de Emaus. Ese encuentro cotidiano es lo que propiciamos con ETF. Variable cada día, como todo encuentro, fluctuante de ánimo, de "ganas", de tiempo, de intensidad, de posibilidades personales, pero persistentemente real.
No es que ETF sea el encuentro: ETF es un lugar más donde es posible que ocurra ese encuentro, donde ponemos lo mejor de cada uno para que ese encuentro sea posible, un encuentro que habla de otro Encuentro, un encuentro que es la experiencia vital cotidiana que nos prepara para el Encuentro, el encuentro con quien nos encontró primero.
Hace unos días, leía a algún estudiado que contaba sobre los tres panes que conformaban la misa: el eucarístico, el de la Palabra y el del encuentro de los felirgeses que se contaban las novedades familiares y cotidianas, a despecho del sacristán que debe cerrar.
Y creo que tiene razón.
ETF es ese encuentro.
El espacio virtual tiene grandes limitaciones a la hora de emprender una relación. Pero resulta que esas limitaciones terminan siendo sus mayores fortalezas. El hecho de no podernos ver, hace necesario un juego de explicaciones de códigos y maneras, que profundiza el conocimiento mutuo. Esa profundización, ese mostrarnos para poder charlar, es imposible en el mundo "real".
La otra cosa es el tiempo. Nadie entra al sitio por obligación, sino porque quiere. Y a veces entra y se asoma y sale en silencio, proque lo que necesitaba era saber que está, saber que el diálogo sigue ahi, esperándolo sin apurarlo. Esa libertad es imposibe en otro lado, que no sea el virtual.
No volveré a decir lo importante que ha sido y es ETF para mi y para mi vida de fe. Pero si quiero dejar escrito algo que creo que es la enseñanza de este (quinto) año para los miembros: en la precariedad, está la prueba de que esto es real y no nos pertenece. Dar la vuelta y abandonar sería a la vez tremendamente facil y desgarradoramente dificil.
A lo mejor, algún día, dejamos de encontrarnos. A lo mejor, algún día hay otra generación que seguirá discutiendo sobre al canon, la mesada de los niños, la coma en la publicación. Y estará bien.
Mientras tanto, dejenme seguir teclenado.
Gracias a todos por estar.